miércoles, 31 de julio de 2013

EL OBISPO DE SANTANDER ACLARA LO DE LOS GAYS


Misericordia y comprensión hacia los homosexuales. Según el obispo de Santander, Vicente Jiménez, "la Iglesia siempre demuestra respeto y aprecio. Una cosa son las personas y otra la realidad objetiva. Sin embargo, esa realidad no se puede reconocer para algunas relaciones determinadas. Al igual que el Señor no condena a la mujer adúltera, sino que la rehabilita". Tras las declaraciones del Papa Francisco en el avión de regreso de Río de Janeiro, la expectación es máxima. "Lo que sí reprocha son los lobbies que pueden estar manipulando y sirviéndose de la situación para otros fines e intereses", ha destacado.Distinguir entre el pecado y el pecador es de vital importancia para Jiménez, quien ha asegurado que "las personas son sagradas, tienen una dignidad y hay que estar a su lado".

Tras estas palabras, que mas que aclarar, dan diarrea se esconde una realidad que es muy clara y que Shangay Lily destripa en su blog:
La salva de loas que los medios de comunicación han dedicado a las hipócritamente homófobas y reincidentes declaraciones del Papa (vuelve a decir lo que la hipócrita Iglesia viene diciéndonos a los homosexuales: si no practicas la homosexualidad y vives en castidad y vergüenza te toleramos), empeñándose en cortarlas y editarlas para intentar poner en su boca un mensaje tolerante que jamás ha dicho, es de manicomio. En un prodigioso ejercicio de corta y pega disléxico, los medios han entresacado la frase “¿Quién soy yo para juzgar a un gay?” como si el Papa estuviese hablando de los gays y el matrimonio homosexual en general y no de una retorcida respuesta a una pregunta sobre el escandaloso tema del la “mafia gay vaticana” o “lobby gay vaticano” que echó a Benedicto de la capital de la empresa inmobiliaria Vaticano S.A. (estafa inmobiliaria que vende parcelas en el más allá a precios de tu vida más acá).

Vamos a ver, lo que ha dicho este Papa tan dicharachero como liante (jesuita al fin) es exactamente lo mismo que viene diciendo la Iglesia en las últimas décadas. Vamos, esas mismas palabras las ha dicho Juan Pablo II y Benedicto… lo que la prensa limpiamierda vaticana no ha querido imprimir es la coletilla que sigue a esa insultante declaración: si un gay no practica sexo, se dedica a Dios (esclavo de la empresa) y vive en celibato y purgando su enfermedad, ¿quién soy yo para juzgarlo? Vamos, traducción: si un gay es tan gilipollas que se niega a sí mismo y su vida sexual, su sexualidad, su vida, su dignidad, y se dedica a proclamar la homofobia a los cuatro vientos, ¿quién soy yo para juzgar su traición?

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