jueves, 16 de abril de 2009

La Santa Misa bien oída suple tus mayores negligencias y omisiones.

Por la Santa Misa bien escuchada se te perdonan todos los pecados veniales que estas resuelto evitar; y muchos de que ni siquiera te acuerdas. Por ella pierde también el demonio el dominio sobre ti.

Ofreces el mayor consuelo a las ánimas benditas del Purgatorio
Una Misa escuchada mientras vives te aprovechará más que muchas que ofrezcan por ti después de tu muerte.
Te libras de muchos peligros y desgracias, en los cuales quizás caerías si no fuera por la Santa Misa, Acuérdate también de que con ella acortas tu purgatorio.

Con cada Misa aumentas tus grados de gloria en el Cielo. En ella recibes la bendición del sacerdote, que Dios ratifica en el Cielo.
Durante la Misa te arrodillas en medio de una multitud de Ángeles que asisten invisiblemente al Santo Sacrificio con suma reverencia.

Consigues bendiciones en tus negocios y asuntos temporales. Cuando escuchamos Misa en honor de algún Santo en particular, dando a Dios gracias por los favores pedidos a ese Santo no podemos menos que ganarnos su protección y especial amor, por el primer gozo y felicidad de nuestra buena obra se le sigue.
Todos los días que escuchamos Misa estaría bien que además de las otras intenciones, tuviéramos la de honrar al Santo del día.

JUAN J. CLENNON
Arzobispo de St. Louis.

2 comentarios:

Albino dijo...

Eso no sabíais, ateos, iconoclastas, irreverentes, laicistas y antiklericales. ¡Hala!, ¡a misa!

¿San Louis está en Alabama?

Melastregues dijo...

Decididamente ese tipo es gilipollas al cubo